Manifiesto de celebración del final de la temporada caza. 5-2-2023

Manifiesto de celebración del final de la temporada caza. 5-2-2023

Hoy, domingo 5 de febrero de 2023, y por segundo año consecutivo, Ecologistas en Acción de
Alcalá de Henares organiza una excursión lúdica y reivindicativa para celebrar el final de la
temporada de caza en la Comunidad de Madrid.

Con este acto no se trata de atacar o descalificar a los cazadores; no hay nada personal con
ellos; no podemos juzgar a nadie en función de que sea o no cazador. No se trata de eso. Pero
sí de una necesidad de hablar de los motivos que nos llevan a posicionarnos, de manera
general, en contra de la actividad cinegética, y de profundizar en un debate público sobre la
necesidad de adaptar la caza a la realidad actual.

Cada día somos más personas las que respiramos aliviadas cuando finaliza la temporada de
caza menor que, en la Comunidad de Madrid, se ha desarrollado durante 4 meses, entre el 8
de octubre y el 31 de enero, todos los jueves, sábados, domingos y festivos. No es para
menos que sintamos esa tranquilidad. Hoy, ya no tenemos miedo a sufrir un accidente por las
armas de caza; accidentes que cada año producen decenas de heridos y una media de 7
muertos. Desde 2007 hasta marzo de 2022, según datos oficiales recogidos por la guardia civil
(sin datos de Cataluña y País Vasco) han fallecido 125 personas y han sido heridas 729. Son
muchos; es suficientemente preocupante como para exigir soluciones.

Entonces, ahora tenemos 8 meses para poder andar, correr, ir en bici, subir rocas o fotografiar
la naturaleza sin riesgo a ser herido por un perdigón o una bala perdida. Sentimos decir que no
es así. Veamos.

El ciervo, gamo, muflón y jabalí pueden cazarse durante todos los días entre el 8 de octubre y
el 21 de febrero. La cabra montés del 15 de septiembre al 15 de diciembre y del 1 de abril al
30 de junio. La caza del corzo del 1 de septiembre al 15 de octubre y del 1 de abril al 31 de
julio. A todas estas fechas hay que añadir la media veda para poder disparar a la paloma
torcaz, la paloma bravía, el estornino pinto, la urraca, la grajilla, la corneja, la codorniz y el
zorro, los jueves, sábados, domingos y festivos del 21 de julio (palomas) al 15 de septiembre.
Como podemos comprobar hay escopetas o rifles en el campo durante todo el año. El horario
legal de caza se sitúa entre una hora antes de la salida del sol y una hora después de su
puesta, que coincide con el horario habitual de senderistas, deportistas, recolectores y
naturalistas, entre otros usuarios de la naturaleza, que se tienen que mover por una España
acotada con el riesgo asociado. Nos queda la noche pero, de noche también puede haber caza
nocturna para el jabalí. Por lo tanto, tampoco podemos estar tranquilos viendo estrellas,
escuchando sonidos o haciendo una marcha nocturna porque alguien podría confundirnos con
un jabalí y sufrir un accidente.

En la Comunidad de Madrid hay casi 800 cotos de caza que ocupan 574.784 hectáreas; el 72
% del territorio de la comunidad autónoma. Del 28% restante, el 15 % está ocupado por
pueblos y ciudades. Además, es la comunidad de mayor densidad de población de España
donde vivimos 6.825.000 personas de los que solamente unos 16.000 son cazadores (15.850
licencias de caza según datos oficiales de 2020). Es decir, el 0.25 % de la población de la
provincia tiene uso preferente sobre el 72 % de la superficie de la Comunidad de Madrid. Un
privilegio cuestionable e injusto.

En la última encuesta de “Hábitos Deportivos en España”, realizada en 2022, los resultados
estiman que 8.350.000 de personas practican senderismo y montañismo; el 15 % de la
población del país que, extrapolado, supone alrededor de 1.100.000 de senderistas y
montañeros en la Comunidad de Madrid. El gran aumento del número de personas que

 
 

2
desarrollan actividades en la naturaleza debe llevar a cuestionar profundamente el actual
status quo de la caza (fechas, horarios, zonas de seguridad…) para evitar los riesgos hacia la
población no cazadora. Senderistas, ciclistas, naturalistas, recolectores de frutos silvestres,
aficionados a la astronomía…, todos queremos cambios que nos hagan sentir más seguridad.

Además de los motivos relacionados con la seguridad de las personas no cazadoras también
cuestionamos la caza por numerosas razones ecológicas, ambientales y éticas. No parece
inteligente contaminar con toneladas de plomo nuestros campos y suelos; que se sigan
cazando especies que continúan perdiendo gran parte de sus poblaciones (tórtola común,
codorniz, perdiz roja, conejo, liebre…); que mueran cada año unos 20.000.000 de animales por
una actividad asociada preferentemente al ocio, no a la alimentación; que siga habiendo
situaciones de maltrato animal (tiro al pichón…) y abandono de perros de caza; que se suelten
de granja 3.000.000 de animales con el único fin que matarlos; que se realicen sueltas de
especies exóticas con riesgo de transmitir enfermedades o de hibridarse con las autóctonas;
que se den un número creciente de cortes de caminos públicos y vías pecuarias que impiden
el tránsito de personas sobre bienes públicos y contra el derecho constitucional a la libre
circulación; que se altere el equilibrio ecológico eliminando carnívoros en lo que llaman
control de predadores; que los vallados cinegéticos sean casi impermeables para la fauna
provocando problemas de movilidad e intercambio genético; que exista cierta relación entre la
caza y el furtivismo cuando se matan especies protegidos o se colocan venenos para acabar
con los predadores; que se pretendan mantener métodos contrarios a la normativa de
protección de la naturaleza (parany, perdiz con reclamo, silvestrismo…).

Para compatibilizar el uso y disfrute mayoritario de la naturaleza y el minoritario de la caza,
pedimos a las administraciones:

Reducir el periodo de caza con escopeta a un mes al año.

Establecer los martes y jueves como días de caza.

Ampliar las zonas de seguridad a la distancia del alcance de un disparo.

Prohibir la caza con escopeta en todos los espacios naturales protegidos y otras áreas,
especialmente alrededor de los núcleos de población.

Reducir el número de especies objeto de muerte y los cupos de animales por cazador.

Aumentar el número de agentes forestales y SEPRONA.

Aspiramos a otra forma de relación con la naturaleza centrada en el conocimiento de su
funcionamiento y en un aprovechamiento que no ponga en riesgo el equilibrio ecológico. No
estamos en contra de la caza de subsistencia o poco esquilmadora, esa que representó Miguel
Delibes cuando los campos de España rebosaban de vida. Unos campos que ahora están
vacíos; algo que se ignora a sabiendas a la hora de regular la caza.

Una sensata, necesaria y cada vez más demandada revisión de la práctica de la caza debería de
promover cambios profundos tendentes a su desaparición o, al menos, a un enfoque
radicalmente diferente en el que como última opción solamente pudieran cazarse
puntualmente aquellas especies que provoquen daños objetivamente importantes.

Estos cambios permitirían facilitar el acercamiento de la población a la naturaleza así como
desarrollar y potenciar otras actividades en zonas rurales que actualmente la caza limita,
promoviendo una economía para dar vida a los pueblos, usar de forma sostenible la naturaleza
y favorecer la biodiversid
ad.