Río Henares y Afluentes

Río Henares y Afluentes

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Nuestro río Henares oficialmente hace acto de presencia por primera vez en la Sierra Ministra (parte del Sistema Ibérico), a 1.220 metros de altitud. Su nacimiento se ubica en el término de Horna, pequeña aldea (unos 10 habitantes) cercana a Sigüenza (Guadalajara). Tiene un recorrido total de unos 150/160 km. Como afluentes principales cuenta con los ríos Sorbe, Cañamares, Salado, Dulce, Aliendre y Bornova. Dentro del término municipal de Alcalá podemos señalar, en la actualidad, a los arroyos (de este a oeste) Camarmilla, Bañuelos y Torote, como cursos que aportan sus aguas al Henares; a ellos hay que añadir las torrenteras de aguas estacionales, de cursos discontinuos. Tuvo también el Henares entre sus tributarios por estos pagos al desaparecido arroyo de Villamalea: sus aguas sobrantes se habían encauzado hacia la presa de La Esgaravita.

El Henares, según se considra hoy día, desemboca finalmente en el río Jarama, en las inmediaciones de Mejorada del Campo (Madrid), a 578 metros sobre el nivel del mar. Su cuenca ocupa una superficie estimada en 4.144 km².

De sus nombres

Se desconoce cómo se denominaba al río en la antigua Iberia. Teonarius es el nombre que apunta F. Garcés, sin que sepamos de dónde obtiene ese dato. Tagonius registran algunos de los antiguos mapas de la Península Ibérica (otros mapas le asignan ese nombre al río Tajuña). Miguel de Portilla escribe en su obra que el nombre latino Henares lo recibe de los romanos, desde la llegada de éstos a la Península, desconociéndose el que pudiera haber tenido nuestro río en lenguas prerromanas. Pero esta creencia de Portilla no está documentada, siendo cuestionable.

Sabemos que, bajo la dominación árabe, recibió en principio el nombre de Guadalajara (wad al-hayara; es decir, ‘río de piedras’ o ‘valle de las fortalezas’), adecuado a un río abundante en cantos rodados, o en fortalezas defensivas a lo largo de su cauce. Ese nombre acabó pasando a la vecina capital alcarreña (probablemente la ibérica Arriaca).

La denominación actual del río, probablemente recibida tras la Reconquista, es comúnmente aceptado que se refiera a la abundancia de campos de heno que antaño hubiera en el valle: henares o fenares. En numerosos documentos y mapas (siglos XVIII y XIX) también aparece otra forma: Nares. Entendemos que se trata de la deformación ‘al oído’ del nombre Henares.

De los diferentes Henares

Aunque hoy día lo tengamos relativamente fácil recurriendo a cartografía o diferentes obras de consulta, tiempo atrás no estaba tan definido el principio y fin del río. De esta manera nos encontramos en fechas tan ‘cercanas’ como el siglo XVIII a tres diferentes ríos Henares en tierras de Guadalajara; si bien todos confluyendo en el mismo punto. Nos referimos, además del propio Henares, a los actuales ríos Salado y Dulce que, según registra la documentación, eran llamados y considerados como Henares por los propios de aquellas tierras. Así lo afirman en diferentes encuestas realizadas durante el siglo XVIII sobre varios pueblos bañados por esos dos afluentes. Posteriormente, para diferenciarlos recibieron los nombres actuales: el Salado en virtud de la salubridad de sus aguas, origen de importantes salinas desde tiempos remotos; el Dulce, en contraposición al Salado.

Una duda: ¿desemboca el Henares en el Jarama… o el Jarama en el Henares? Antaño no era cuestión fácilmente determinable. Si bien en la actualidad se considera al Henares como tributario del Jarama, en tiempos pasados el asunto no estaba tan claro. Nos indica Portilla que hubo época en la que se consideraba que el Henares desembocaba en el mismísimo Tajo (ver mapa inferior), recibiendo como tributarios al Jarama y Manzanares (el ‘aprendiz de río‘, que llamara Quevedo). Por las razones que fuera, de preponderancia política, caudal o geográfica, se terminó por establecer que era el río Henares el que aportaba al Jarama, terminando ahí oficialmente su periplo fluvial.

Se estimaba que el Jarama podía llevar más agua según la estación; pero el Henares era más constante, superando el caudal de aquél según la época del año.

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¿Corredor o Valle?

Particularmente, no nos resulta atractiva, ni exacta, la ‘moderna’ y popularizada denominación de Corredor del Henarespara la franja que, vecina al río y su cauce, discurre desde Guadalajara hacia la capital madrileña; sucesión de poblaciones, polígonos, carreteras e industrias. Ese marchamo de nuevo cuño, amparado más bien en un sentido industrial, económico y ‘tributario’ de la urbe capitalina, está desplazando a la tradicional y más exacta denominación de Valle del Henares.

Mientras que al hablar de Corredor del Henares nos viene a la mente la imagen de una sucesión de polígonos industriales, grises viales e infraestructuras poco o nada atractivas, cuando utilizamos Valle del Henares las connotaciones cambian radicalmente: poblaciones humanas y tierras unidas por la fertilidad y riego del río, que enriquece la val; cohesión natural no dependiente de asfalto ni edificaciones industriales; naturaleza e historia unidas.

¿Por qué cambiar lo tradicional, si es positivo, por innovaciones innecesarias y ajenas? Nuestro ancestral río no surca un ‘corredor’, sino el feraz y vivo Valle del Henares.