Ecologistas en Acción-Alcalá de Henares continúa con la labor, iniciada en 1998, de sensibilización y mejora de las riberas del río Henares a su paso por la ciudad sumando cincuenta nuevos árboles autóctonos.
El río Henares es una referencia a todos los niveles para la localidad complutense al que ha estado ligada por la historia, las actividades económicas, la cultura o el ocio entre otros aspectos. Sin embargo, en torno a la década de los 70, la ciudad le vuelve la espalda. Llega la industrialización y con ella la construcción desordenada de nuevos barrios sin ningún respeto por sus vegas, muy productivas como suelo agrícola; ni por sus aguas, que permitían compatibilizar el ocio con actividades económicas tradicionales. A partir de ese momento las aguas del Henares se contaminan por vertidos industriales y las vegas se convierten en estériles manchas de hormigón, ladrillo y asfalto, reduciendo notablemente tanto la calidad de sus aguas como el espacio fluvial que le corresponde.
Desgraciadamente, este recorrido hacia el deterioro solamente ha sido posible por las políticas activas promovidas por todas las administraciones, especialmente la local. El factor más determinante, al margen de las actuaciones de dominación y alteración del régimen de caudales cometidas por la Confederación Hidrográfica del Tajo, son las políticas urbanísticas que han hecho que estos atropellos contra la naturaleza tengan un barniz de legalidad pero que están fuera de cualquier lógica de sostenibilidad poniendo en peligro, incluso, la supervivencia de las sociedades a largo plazo.
La naturaleza situada en las márgenes y vegas ha sido la que ha sufrido especialmente la actividad de la ciudad, y los bosques de ribera que deberían de acompañar al cauce del río en forma de frondosas bandas paralelas prácticamente son inexistentes en la actualidad. Inicialmente, la actividad agrícola, ganadera o maderera fue la responsable de esa reducción para ceder recientemente el testigo a un urbanismo y unas infraestructuras osadamente depredadoras. Aún así, la diversidad biológica del Henares es muy elevada, respecto al resto de la región madrileña, pero en constante peligro al ser muy vulnerable por sus escasas poblaciones. Es decir, tenemos una gran cantidad de especies, pero, en general, con pocos ejemplares.
El río Henares debería de contar con un frondoso bosque de ribera, formado por bandas de vegetación ordenadas según la disponibilidad de humedad y cuyas especies arbóreas más características son los sauces blancos (Salix alba), los álamos negros (Populus nigra), los álamos blancos (Populus alba), los tarayes (Tamarix sp) y los olmos comunes (Ulmus minor), junto a otras especies como los fresnos, acompañados de una cohorte de arbustos y plantas lianiformes, conformando uno de los ecosistemas más productivos de nuestra región. Al paisaje fluvial formado por el cauce y la vegetación de ribera le acompañan otros elementos de gran valor como son las paredes de arcilla que suman una serie de biotopos adecuados para que la fauna sea una de las más variadas de toda la Comunidad de Madrid, pero con presiones permanentes que no dejan de ponerla en peligro.
Esa distribución potencial de la vegetación choca con la realidad que nos presenta un bosque de ribera reducido a una o varias líneas de árboles que, en muchos casos son especies exóticas que, introducidas y adaptadas al entorno, han sido capaces de desplazar a las autóctonas, como es el caso del ailanto (Ailanthus altissima) o el olmo siberiano (Ulmus pumila).
Uno de los ejemplos más evidentes de zonas deterioradas por la actividad humana en Alcalá de Henares lo constituye la exigua banda de vegetación ribereña que queda en la margen derecha entre el centro comercial La Dehesa y el cauce del Henares, a lo ancho, y entre la finca de La Magdalena y la isla de La Esgaravita, en una longitud aproximada de un kilómetro. Dicho centro comercial, construido en 1990 sobre un suelo agrícola muy productivo, llega hasta apenas veinte metros del cauce del río. Para mayor daño a la naturaleza esos veinte metros están formados por una franja de terreno rellenado con materiales de construcción y un camino de zahorra bajo el cual discurre uno de los colectores de aguas residuales más importantes de la ciudad, dejando apenas espacio vital para el desarrollo de la vida silvestre.
Debido a la artificialidad y presión extrema sobre esta zona del río Henares, Ecologistas en Acción inició, hace 9 años, plantaciones anuales con especies autóctonas sumando cada año unas decenas de árboles y arbustos de una o dos savias que se han regado todos los veranos durante los primeros años para asegurar el mayor porcentaje posible de arraigo , pues a la pésima calidad del terreno, con abundancia de escombro y material de relleno, se suman las crecientes evidencias del cambio climático, con unos veranos cuyas temperaturas son cada vez más altas y cuya falta de humedad se extiende a cuatro o cinco meses. Aún así, esta zona va llenándose, poco a poco, con ayuda, de la vegetación que le corresponde. No se trata tanto de repoblar forestalmente como de demostrar a las administraciones que es posible no sólo conservar, algo que se les olvida pero a lo que están obligados por la legislación al ser el Henares un espacio protegido incluido en la Red Natura 2000, sino también, y especialmente, restaurar aquellos espacios que han sido degradados por la actividad humana.
El domingo, 9 de febrero, Ecologistas en Acción realizó una nueva convocatoria de plantación pública a la que acudieron unas 90 personas entre las que se encontraban decenas de niños y niñas en edad escolar y que, sin duda, son la esperanza para que nuestras sociedades cambien el rumbo actual de desconexión y deterioro de la naturaleza, soporte de toda la vida que permite nuestra existencia, y que, junto con el cambio climático (ambas consecuencia del modelo de producción y consumo globalizado basado en el crecimiento continuo) nos llevará a un colapso civilizatorio.
Tras las explicaciones necesarias para el buen desarrollo de la actividad y de una presentación lúdica de todas las personas asistentes, se procedió a la plantación y riego de tarayes (Tamarix sp), majuelos (Crataegus monogyna) y encinas (Quercus rotundifolia), una especie que se ha usado por primera vez ya que a pesar de no ser de ribera tal vez prospere en esta zona de materiales de relleno al encontrarse la zona de plantación a varios metros de altura sobre el cauce del río y, por tanto, lejos de la humedad permanente que hace posible el desarrollo del bosque de ribera. Tras la plantación los peques pudieron participar en un juego de mesa en el que debían de identificar elementos naturales propios del río y otros de origen humano; en la preparación de una bandeja forestal con esquejes de tarayes (Tamarix sp) y álamo negro (Populus nigra) que serán utilizadas en la plantación del próximo año y finalizando con un pequeño refrigerio.
Desde Ecologistas en Acción agradecemos la participación a todas las personas que asistieron y que, con seguridad, han construido un lazo invisible pero esperanzador con el río Henares en particular y con la naturaleza en general.