En el Día Mundial del Medio Ambiente, Ecologistas en Acción de Alcalá de Henares otorga el “Premio Atila” a la peor conducta ambiental, al alcalde de la ciudad, D. Javier Rodríguez Palacios, por promover políticas que profundizan el deterioro ambiental y de la naturaleza local; y el “Premio ARCE”, a la mejor conducta ambiental, a la asociación vecinal El Val y al colectivo Amig@s de los Árboles, por la defensa del medio ambiente y lo común.
El Día Mundial del Medio Ambiente fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972 durante la primera cumbre mundial sobre medio ambiente; la Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente Humano, para aumentar la conciencia ambiental y las acciones para defender y conservar el medio ambiente.
La crisis sanitaria provocada por el COVID-19 ha precisado de una respuesta contundente por parte de los gobiernos para preservar la vida frente a la economía, algo que parecía imposible observando la irresponsable pasividad que han mostrado los gobiernos para buscar soluciones ante la gravísima crisis climática y de biodiversidad en la que estamos inmersos desde hace décadas, sin duda el mayor reto al que se enfrentan las sociedades humanas.
Ecologistas en Acción de Alcalá de Henares ha convocado, por primera vez, los premios Atila y ARCE en el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, para hacer visibles tanto las más destacables actuaciones de destrucción del medio ambiente como las numerosas iniciativas ciudadanas que trabajan, en Alcalá de Henares y comarca, en la defensa del medio ambiente, la naturaleza, la justicia social y lo común.
El “Premio Atila” a la peor conducta ambiental, se le otorga al alcalde de la ciudad, D. Javier Rodríguez Palacios, por promover políticas que profundizan el deterioro ambiental y de la naturaleza local.
Las dos iniciativas galardonadas con el Premio ARCE a la mejor conducta ambiental en Alcalá de Henares durante el año 2019, han sido la asociación vecinal El Val y Amig@s de los Árboles de Alcalá, por su trabajo ejemplar para mejorar la vida de la ciudadanía en armonía con la naturaleza y lo común.
Ahora sabemos, gracias al conocimiento científico, que todas las crisis enumeradas; la sanitaria, la climática y la de pérdida de biodiversidad tienen una raíz común: nuestro modelo de vida consumista y nuestro modelo de producción y consumo globalizado que está transformando radical y peligrosamente el entramado de la vida que nos sostiene como especie, en un planeta que no tiene otro de repuesto.
La sociedad debe exigir que los gobernantes estén a la altura del reto que hay que afrontar; es imprescindible que todas las políticas, tanto locales como a otras escalas, sean consecuentes con la capacidad de los territorios para seguir manteniendo a las sociedades a largo plazo y, eso pasa por que sean sostenibles y respetuosas con la naturaleza y los recursos naturales.